La primera dentición es también una época convulsa para la vida de un bebé, ya que es débil y presa fácil para virus e infecciones. Por eso, a veces se suele asociar la salida de los dientes con otro tipo de dolencias con las que los dientes no tienen nada que ver. Debemos tener cuidado con achacar todas las molestias del niño a la dentición, ya que en ocasiones la irritabilidad del niño puede deberse a otras causas.
En cualquier caso, los dientes caducos pueden molestar al lactante al salir. La irritación puede verse acompañada de décimas de fiebre, alteración del sueño y falta de apetito. Normalmente se produce una gran salivación y la comezón de las encías, ya que el pequeño intenta calmar las molestias mordiendo todo lo que tiene a su alcance: el chupete, los dedos, juguetes... La comezón termina cuando la pieza deja de hacer presión sobre la encía.
Las molestias suelen ser más frecuentes a la hora de comer, ya que la irrigación sanguínea de la zona es mayor. Muchas veces el bebé prefiere no comer para evitar el picor. Para aliviarlo, se puede frotar la encía ligeramente con el nudillo un rato antes de comer. Existen productos especiales que sirven para calmar este picor típico de los lactantes que están con la primera dentición.
Además, se producen algunos casos en los que el diente queda bajo la encía y no sale, produciéndose un pequeño abultamiento en forma de quiste. Con estas circunstancias, la zona puede tener un color azulado típico de un hematoma y requiere la intervención de un pediatra o dentista especialista en niños que procede a realizar una incisión que facilite la salida de la pieza. Con un anestésico en la zona, se evita el posible dolor que la incisión pudiera producir.
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